Alabanza a una muchacha imposible
1
No puede ser,
ella no está aquí
hace años murió
pero sus pasos
andan en este polvo,
se hunde apenas en el sillón
donde se deja caer, liviana,
con el plumaje mustio,
y se queda dormida de cansancio.
2
Descifro su presencia
en esta página azul
donde la noche se avecina.
3
Hacía falta que vinieras,
da tanta sed tu ausencia.
4
Al azar te trajo el viento, al azar
azotaba la ventana y la calma
de este encierro.
El siseo del lápiz
y el roce de mi mano en el papel
iniciaron este requiebro.
5
Las alas que te cubren
vienen húmedas,
habrás cruzado una tormenta
o volado desde el mar.
Ahora eres una caracola
con barro en las mejillas
y en los pies descalzos.
Quizás llovió en tu tumba.
6
Cuando te fuiste no pude verte,
no alcanzaron mis uñas
para encontrarte.
Me dijeron que estabas pálida
y contrastaba con tu cara
un hilillo de sangre.
No tenías alas entonces
¿quién las produjo tan tarde para el caso?
Pero te hacen más bella, pajarita.
7
Sé que no se remedian las alas rotas,
pero si te consuela,
cuando despiertes
me pondré de pié a tu lado
y saltaremos de gusto,
quién sabe si al albur
el viento nos levante.
8
Por ahora ella duerme,
es la hora en que los pájaros
sueñan el día que viene
y aprenden la canción próxima.
Yo la adivino leyendo sus labios
que musitan otro adiós
sin llanto ni pena ni muerte.
9
(Si lo imposible parece dislate
aquí queda esta alabanza,
a la visita breve de la muchacha
que trae alas para no quedarse,
sino como sombra de pajarita).
Ricardo Landa, 4 de mayo de 2009.
Imágenes: Gadhirian: Mimo; Luna rosa; Tarkovski: El rezo, Rueda y muñeca; Internet: Mujer columpiándose; Modigliani: Desnudo; y de internet: Luna con velo de viuda.