Son luz indomeñable
y su contrapunto
en la cámara oscura
También son la plenitud de presencias
entre las delicias
de la vida: la leche
la costura
el turbante que mantiene limpio
el pelo y luminoso el gesto
la lectura en silencio
fuente de rubor y de bordados
la perla
el sueño
y la sonrisa en labios entreabiertos
En su asomo
su mirar sin tapias
nos inquiere
nos mide luego de reconocer
el peso de su espíritu en la balanza
por si acaso descubrimos
los desatentos
que a más de sus cuidados
al mundo que los hombres jerarquizan
y navegan
ellas son seres de la aurora
Mujeres que saben de su enigma
encantador en las pinturas
como la libertad que guardan
cual lámpara votiva
al amarse a sí mismas
como han de amar al semejante
Con su relámpago
la llama de su mirar reconstruye
el horizonte horizontal
por la ira quebrantado
Tejen un suelo emparejado
Antes sin embargo
su fuego va incendiando
los caserones de patriarcas
donde crecían incontenibles
mujeres fulgurantes
como las que fascinaron a Vermeer.