En la mente nos había crecido un árbol
Que visitaba por la noche
Un pájaro negro.
Nos dábamos la espalda al acostarnos
Para que el pájaro
No descendiera sobre nuestros ojos.
En las mañanas calurosas
Él árbol era lo único sombrío en la comarca,
Tanto misterio cavó raíces en nuestra frente.
Por eso preferíamos la tarde:
El viento nos sacudía las ramas, los frutos caían
Y nuestras costumbres se deshojaban amarillas.
Una vez se cayeron los nidos y un perro se comió las crías
Otra lo trepó un gato que nos arañó la paciencia:
Comprendimos que trajimos aquel árbol a oscurecer la plaza.
Nadie quiere saber del árbol
Que imaginamos
Nadie quiere sentarse bajo su sombra.
Estamos solos, asustamos de tan solos.
Cuando un leñador aparezca
Le pediremos que, sin piedad,
nos corte la cabeza.
Ricardo Landa 26 de febrero de 2009.
Imágenes: Jesús Augusto Martínez: Diablo; Foto internet: arbol oscuro; Jesús Martínez Álvarez: Lluvia.