La doncella y el pescador
La doncella habita en la torre
de un castillo en el aire, sola
remeda el canto de María Bethania
yo no soy de aquí,
yo no tengo amor
e imagina al marinero
perfecto como un dios
de la misma canción.
La doncella no despierta
de su ilusión en las alturas,
mientras, al lado de su ventana
pasa el pescador sencillo,
viéndola desde la verde mirada de la bahía,
él vuelve del mar con su red copiosa
de peces dorados sorprendidos
en la noche turbulenta
de un mar oscuro bañado por los rayos
como el esplendor de su piel.
Ah, doncella, no te encierres en la torre,
baja a comer de mis manos
que te convidan el íntimo secreto
de los mares, saborea la sal que traen
mis labios, no hablan de más dios
que el de este varón que cala
con su caldera el sol de los trabajos.
Vengo de donde los vientos
apuran o detienen mi barca
para que capture peces de colores para ti.
No es aquel aire de tus sueños
el que me mueve, son las brisas,
ninfas festivas del deseo.
La doncella sigue en su canto
enamorada de un dios perfecto,
pero, ay, en el bajo vientre lleva
el hambre y la sed
de un hombre entero.
El pescador ya pasó por su ventana,
mantiene en celo el aire a la doncella.
Ricardo Antonio Landa, 23 de agosto de 2018
Imágenes: Internet: Doncella en las alturas; Leonora Carrington: Máscara facial; Guillermo Porras: Pescador; Gonzalo Carrasco: El pescador; Maleen: La doncella ; Kurt Ewvall: El pescador y la sirena.