Se que volverás
con el cuerpo convertido
en un sendero labrado
con inscripciones comestibles
de alpiste y linaza
en un cuaderno de dibujos
decodificables con la lengua
en un templo de misterios
con el lago apacible en un ojo
y bosques dorados en el otro
Retornarás con la huella de la tasa
del café kurdo en tus labios
y con aretes de nieve
llorando en tus ojeras.
Volverás con las mejillas
más besadas y rojas de tu historia
y el tejido de tus miradas
a las calles y a las casas de tu barrio
lo llevarás impreso en el torso.
En tu vientre cabrán diez baúles de ternuras musicales
traerás sabores mezclados en los dedos
y el aroma en tu pelo
recogerá pensamientos en contraste
para beberlos cada vez que la sed de recuerdos
te palpite en la nuca.
Y aquel cielo lo atarán tus amigos
a tus muñecas
y las amigas pondrán cintas de amor
en tus tobillos.
Con toda la fuerza de tus muslos y riñones
darás un paso tras otro por el río
que aquí desemboca.
Jalarás contigo caravanas de días espléndidos
y cuánta noche de soledad
se te iba al corazón en sorbos de cerveza
creándote nubes violáceas de nostalgias
vapores de otras marcas otros mitos
signos que calcó en tu cuerpo la memoria
de este territorio de pájaros migrantes al que regresas.
Volverás con paisajes de sonrisas y de penas
llevados a cuestas.
Y antes de tocar la puerta
te detendrás con el temor de quien se olvida de algo
pero tras la duda darás el paso
con la certeza inquietante de tanto que pones en juego
porque sabes que como dijo el Moro:
todo lo sólido se desvanece en el aire
pero se impregna.
Ricardo Landa, 20 de abril de 2008. Imágenes: de internet alusivas al retorno y la espera. Pinturas: Laberinto de Leonora Carrington y Penelope y sus pretendientes de John William Wathehouse.